domingo, 13 de mayo de 2012

Esta va de tropezar con la misma piedra

Es extraño como las palabras duelen más que los golpes.... no, realmente no lo es.
Un golpe te dolerá muchísimo en el momento y es probable que siga doliendo durante días, semanas, meses... hay golpes que se convierten en condiciones que te provocan problemas o dolores el resto de tu vida, otros tantos, sólo te causan un feo cardenal que se va curando mientras cambia de color.
Pero no importa cuánto dure tu dolor, o si se convierte en algo habitual, al menos va disminuyendo con el tiempo, incluso si algo llegase a quedar, ya no es tan malo como antes y aprendes a evitar esos dolores.
Sé que después de mi cirugía, si doblo demasiado los dedos de los pies, me duelen, así que mi cuerpo se acostumbró a nuevos reflejos y camino de forma que no me afecte, y jamás uso tacones y todo se vuelve fácil porque a menos que decida probarlo, el dolor no vuelve a mí.
Pero las palabras detonan.
Detonan errores del pasado, esos de los que no te puedes deshacer, esas piedras con las que tropiezas una y otra vez, incluso cuando pensaste que ya habías aprendido la lección... y no duele en un solo lugar, no es como golpearte en el estómago y esperar a que el aire vuelva poco a poco... no.
Es como si ese golpe se quedara y se extendiera por todo tu cuerpo y se negara a irse, aferrándose a cada nervio sensible de tí, expandiéndose, contrayéndose y volviendo en los momentos más inesperados para destrozarte una y otra vez, de nuevo, sin descanso, hasta destruirte y dejarte en cenizas.
Pero es mi culpa, por aferrarme a algo que sé que jamás podré tener... es mi culpa porque no tengo lugar en ninguna parte, porque aún sabiendo que no pertenezco, me sigo quedando, aferrándome aunque sea a ese sentimiento de saberme una herramienta necesitada.
"Sé que te trato como una esclava"... no suena más a "sólo eres una esclava"?
Lo siento mucho, no lo vuelvo a hacer....
Me pregunto si esta vez podré cumplir mi promesa.