domingo, 5 de septiembre de 2010

De mis creencias religiosas

La primera vez que me interesé en la religión fue quizás en mi primera "cita", un desastre que extrañamente me gustó. Él es cristiano y me llevó a la escuela dominical, recuerdo que fue divertido, pero ahí quedó: mis padres creen en Dios, no me malinterpreten, pero son ese tipo de católicos que van a misa sólo en bodas, quinceañeras, funerales, bautizos, Navidad y año nuevo.

Después de eso, Dios se volvió el que miraba siempre, aunque nunca se podía ver. Las frases como "Dios te está mirando, no lo hagas", "Diosito te va a castigar!".

Comunión, Corfirmación... no fue la gran cosa, los catequistas jugaban, cantaban, nos hacían memorizar oraciones e ir todos los domingos a misa. Mi hermano y yo íbamos solos, nuestros padres nos dejaban en la puerta del templo, nos recogían una hora después. La verdad es que para mí era más una rutina, no entendía.

En mi adolescencia no tenía mucho tiempo, así que olvidé un poco a Dios... por supuesto lo tenía presente cada vez que pasaba frente a un templo y oraba de vez en cuando por las noches.

Cuando cumplí mis quince años y el cura me hizo una pregunta que tardé un rato en responder, me di cuenta de lo mucho que estaba alejada de la religión; mi mejor amiga, Deisy, cuyo padre siempre ha sido un buen cristiano me instruyó un poco, pero ella tampoco era tan apegada a la iglesia, su familia estaba dividida en Pentecostés y Católicos por decir.

Durante mi primer año en la preparatoria, un amigo al que amo con todo el corazón, me inculcó el vicio del otaku y casi me obligó (al final fue mi propia elección) a ver un anime llamado Evangelion... extrañamente, puedo asegurar que esa caricatura cambió mi manera de ver la religión: me entró miedo.

Poco a poco empecé a leer la biblia, a hablar de religión. Hablando con una amiga, Daniela, quien viene de una familia beata y dedicada a la iglesia católica, comencé a dejarme inculcar el valor de un Dios perdonador, que ama: el Dios correcto.

Pero por esas fechas, la familia de Deisy se convirtió en Pentecosté, por lo que mi educación religiosa se dividió ante mis amigas, y se vio reforzada por mis lecturas, y mis propias ideas, nacidas del choque de reglas e ideales.

Dejé de creer en los Santos: los católicos, haciendo caso omiso de la biblia, los utilizan para seducir a los ignorantes, los cristianos no se van muy lejos...

Mis ojos se abrieron ante la religión como una mafia, apoyados por ideales que se fueron uniendo y cambiando mis pensamientos... ideas de amigos nuevos, lecturas en internet, series referentes.

No puedo decir que me hiciera atea, mucho menos nihilista: me considero una creyente de hueso colorado. Creo en Dios, rezo todos los días, de vez en cuando hago oraciones, no tengo miedo de ir a ningún templo, de hablar de religión y contrastar ideas con otros que piensen distinto a mí, porque es de ahí que nacen los ideales y que las mentes crecen, sin embargo estoy muy lejos de ir todos los domingos a misa o a un servicio.

La religión es una mafia. No importa de cuál hablemos...

El diezmo es un fraude, tanto para los católicos, como para los cristianos... alguna vez una amiga cristiana me dijo que eso era falso, que ellos utilizaban sus donaciones para ayudar al prójimo... no dudo que hagan eso, pero, ¿de verdad lo hacen siempre y con todo lo que les donan? Sólo Dios sabe.

Frente a mi casa se congregan, todos los domingos sin falta, un grupo de cristianos... parecen muy devotos y pronto me dieron ganas de unirme, hasta que nuestra vecina nos comentó que la habían invitado, preguntándole en seguida cuánto ganaba su marido... ¡¿Eh?! o_0

Una anécdota que jamás olvidaré sobre el diezmo es sobre una amiga, Sara... ella no era tan religiosa como Daniela, pero alguna vez, mientras Dani y yo discutíamos acerca de religión, la hicimos llorar cuando ambas le quitamos de la cabeza -yo con coraje, Daniela con un poco de pena- la tonta idea de que el diezmo era donado a los pobres... incluso mi amiga dedicada a la iglesia, no pudo negar la verdad: el diezmo es un fraude.

A lo largo de mi vida, después de que empecé a interesarme en la religión y a ver a Dios como lo veo ahora, he conocido a gente de muchas religiones y distintas filosofías: ateos, judíos, testigos de Jeovah, cristianos de diferentes órdenes, católicos y adventistas del séptimo día.

Mis amigos más cercanos son todos de religiones y filosofías distintas a las mías y ciertamente nunca he tenido un problema con ellos. Los amo y contrastamos ideas de la mejor manera, crecemos moral y espiritualmente, por lo que le doy gracias a Dios.

En mi última entrevista de trabajo, mi ahora jefa me preguntó de qué religión era... y yo dije católica. No porque lo sintiera, sino porque es la religión que, bien o mal, he seguido durante gran parte de mi vida, y nunca he tenido razón suficientemente buena como para cambiar esa etiqueta.

Ahora rezo cuatro Ave María por día, más un Padre Nuestro, una bendición de alimentos que no como y una oración que no sé de dónde salió: trabajo en un colegio católico, de lo que no me arrepiento, pero sí encuentro un poco irónico... la que se queja todo el tiempo de la religión pero aún así trabaja para una institución religiosa (que bien es un negocio también).

Dios da pedradas, creo...

La religión es una mafia, pero como dicen por ahí, es un bien/mal necesario para educar a nuestros hijos con moral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario