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Tegoshi es gay: es en serio… ningún hombre heterosexual en su sano juicio se vestiría tantas veces de mujer y mucho menos disfrutaría haciéndolo.
Cuando yo era niña, mi primo se disfrazó de mujer los cuatro años que estuvo en la universidad, no todos los días sino sólo en un evento de la semana cultural que era tradición para su facultad, lo llamaban “La jaula de las locas”, como la obra de teatro. Yo no entendía por qué todos los años salía sonriente mientras iba vestido con minifalda, pechos falsos y escote, así que le pregunté, pero él se limitó a esparcir mi cabello, me sonrió y me dijo “espero que nunca lo entiendas”. Cuando crecí, me di cuenta de que los que participaban en ese evento disfrazados de mujer no pagaban el alcohol que consumían… era tradición que se emborracharan a sus anchas y les invitaran lo que se les apeteciera (incluso les pagaban las prostitutas).
Me pregunto si Tegoshi obtiene lo mismo con sus constantes disfraces de mujer… aunque en el último concierto ya no lo hizo… supongo que ya dejó más que claro quién es el travesti del grupo.
Sin embargo, me gustaría señalar que Tegoshi es demasiado egocentrista, ególatra y abierto (no quiero imaginar de dónde), orgulloso y competitivo… me recuerda a “La Campanella” de Paganini: brillante, ruidoso e inquieto, interminable y multifacético, imparable, hecho de energía pura. Ese hombre hace todo bien, quizás es demasiado perfecto para su propio bien. Y aún así lo amo por ser una perra maldita y sin corazón, lo suficiente como para ser directo y estimulante para todos a su alrededor: es parte de su encanto y me hace admirarlo de verdad.
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